Ella ya no era ella, se había consumido en un mar de
lágrimas y se preguntaba el por qué; llegó a la conclusión que su vida estaba
tomando rumbos que siempre había esquivado, su fortaleza se estaba desmoronando
lentamente, su energía y su fuego estaba siendo consumido por el peso de una
situación sin retorno, su espalda le dolía por llevar esa carga sola, no se
aferraba a nadie porque sabía que depositar eso en otra persona no sería justo.
Finalmente, se levantó esa mañana dispuesta a lavar su
disfraz y ponérselo de nuevo el año siguiente, aplanchó su cara procurando
ocultar las arrugas del ceño y se pinchó los cachetes con dos agujas junto a
los pómulos para levantar esa sonrisa ficticia que todos admiraban.
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