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Frases (39)

jueves, 23 de octubre de 2014

¡Nos perdimos!

- ¿Qué te pasa?
- Las personas se van cansando de suplicar un puesto, de rogar un título…
- ¿A qué te refieres?
- A nada, nunca hago alusión a nada. Lo he dicho, lo he gritado, lo he cantado…
- ¡La verdad no te entiendo!
- Y ¿cuándo lo has hecho? O al menos, nunca he visto que te hayas preocupado por    hacerlo.
- ¡Ya no sé qué es lo que quieres!
- Creo que soy como una película de David Lynch, nadie me entiende, siempre acaba mal  pero sé que tarde o temprano querrás  saber más…
- ¡Ahora sí me perdí!
- Ves, ya nos perdimos.

martes, 21 de octubre de 2014

La Escritura

Arrinconada entre la puerta del metro y el vidrio junto a las sillas (lugar que para ella era perfecto) miró hacia la publicidad que ponen en la parte superior, junto al techo... Esta vez no era el jean que levanta la cola o las promociones estúpidas de Flamingo sino que era de esas frases que merecen estar en ese lugar y que la gente la lea las veces que sean necesarias…La vio y asimiló, casi la memorizó decía algo así como: “La memoria es un espejo opaco y vuelto añicos, o, mejor dicho, está hecha de intemporales conchas de recuerdos desperdigadas sobre una playa de olvidos”… Héctor Abad Faciolince, antioqueño, escritor y periodista que con sus ideas y libros ha transformado paulatinamente la percepción de quién leyó esa frase.

Todo el día ella pensó en eso, en la playa de supuestos olvidos, en la memoria desdichada que tenía y sobre todo en tratar de armar rompecabezas de recuerdos, difusos, confusos y la verdad, muy poco nítidos. Hablaba consigo misma, movía las manos y fruncía el ceño, estaba teniendo una pelea con su otro yo.

Subió al metro de la línea B, entusiasmada miró hacia la bendita publicidad… Encontró otra frase… coincidencialmente del mismo autor que la anterior: “Escribo porque mi cerebro se comunica mejor con mis manos que con la lengua”… Una gran sonrisa se dibujó en su rostro, los demás seguramente pensarían que era por algo que había escuchado a través de sus audífonos, pero no sabían que fue esa frase, esas 14 palabras las que identificarían de por vida a esa mujer.


La escritura se convirtió en su pasión, en esa amante insaciable que la despertaba a altas horas de la madrugada para ser acariciada, besada, para ser usada como medio de liberación… La escritura se volvió su vicio, su juicio, su testigo, su crimen…

miércoles, 8 de octubre de 2014

El pendejo

Muere brutalmente la razón por culpa de una cosa que se cree superior: el ego. Este pendejo absorbe el talento, dejando en una nube de estupideces a quien lo posee.

jueves, 2 de octubre de 2014

¿Qué esperar?

¿Qué esperar de la espera interminable de una mentira latente?
¿Qué esperar de aquellos expertos mitómanos que te juran tonterías fijando sus ojos en los tuyos y proclamando bellas utopías?
¿Qué esperar de quienes perdieron su Norte cuando su brújula se estropeó y nunca la pudieron reparar?
¿Qué esperar del supuesto príncipe azul que pintó con anilina sus trajes y con la lluvia mostró sus verdaderos harapos?
¿Qué esperar de su cara sin reflejo, de su alma sin cuerpo, de su vida sin tiempo?
¿Qué esperar del amor enfermizo y patético que se defiende como quien no tiene una causa justa por la cual luchar?
¿Esperar? Ya me cansé de esperar a que pasen cosas que jamás sucederán, me cansé de esperar cambios, pasos, progresos. Me cansé de sólo soñar.
Decido irme lejos por un tiempo, reencontrarme conmigo misma porque me cansé de esperar respuestas que nunca encontraré y “evoluciones” en eslabones perdidos… en cambio he tenido promesas a medias, mentiras enteras, palabras hirientes y señalamientos absurdos.

En conclusión, la espera a veces es sólo cronometrar los minutos que la muerte le quita a la vida…