(Texto hecho a dos
manos, párrafos con tres palabras claves y estilos distintos para formar una
amena forma de expresión)
Durante
horas ella se ha sentado a percibir la luna, la observa, la detalla, la añora…
ella ha sido su cómplice, la única que ha visto sus noches repletas de alegrías
acompañadas de unas cuantas copas de vino pero también la ha visto encerrada en
su cuarto derramando lágrimas por su amor perdido.
Una,
dos, tres estrellas son las que ve a lo lejos, su amado se ha llevado algo que
no le había dado a nadie, en ocasiones utilizaba su cerebro para amar pero no,
no era lo mismo, esta vez ella decidió entregar su corazón y paga con creces
esa decisión.
La
noche ya es abrumadora el temor al odio invade su cuerpo como una sonrisa que
se apropia de las lágrimas, saca de su manga el mejor de sus trucos, ese truco
que le quita las penas, que elimina el dolor, mirar para arriba para no ver
como se aleja ese hombre al que alguna vez le dio todo su amor.
La
soledad una vez más invade su cuerpo torturándole los pensamientos, mirando el
reloj adicta al tiempo, esperando a que cronos adelante el tiempo, para olvidar
ese amor que perjudica su corazón, mirando la luna llena, su única compañera y
fiel amiga, esperando el día en que todo pase.
Son
las diez de la noche, caminó por un sendero rocoso, buscando soluciones para
los mal llamados problemas del amor, caminó con los ojos cerrados consumidos
por el humo de un cigarro, chocó con las piedras del camino, mientras la suave
y tierna lluvia toca su piel, recorriendo poro a poro todo su cuerpo.
Un
silencio aterrador invade su cabeza, no sabe por qué le sucede pero le produce
placer, simula un éxtasis en su mente, quizá sea el odio que le dejó aquel
adiós, ese mismo que noches antes la llenó de temor.
El
adiós de aquel chico entraría en su mente durante el resto de la noche, por su
cabeza paso aquel reto con el que comenzó su vida amorosa, donde el amor en un
comienzo no era sino el pretexto perfecto para solo dar un pequeño beso,
pretexto que impuso él, amor que dio ella sin medida de tiempo ni distancia.
Esa
noche también recordó la promesa que le hizo, un hermoso velo para el
matrimonio, un hermoso velo que hoy utilizaría como recipiente de lágrimas,
recipiente donde descarga todo su enojo, creándose un mundo terrorífico, un
mundo que creía que él vivía, y tenía razón para tener celos, ese mundo que
imaginaba es completamente cierto, el hombre era adicto al aroma que tenían las
damas en sus cuellos lugar perfecto para desplegar besos.
Las
noches más excitantes que obtuvo en la vida fueron protagonizadas con él, se
sonrojaba al recordarlo; el sexo era ameno, salvaje, pasional y violento todo
un camino de emociones sin regreso… Sin embargo, lo único que ella en realidad
quería era su respeto.
Ella
esperó durante mucho tiempo ese tan anhelado cambio que profesaba, se dio
cuenta que el hombre al que ella amaba estaba hecho de mentiras, las mismas que
hicieron que el sentimiento que ella creyó indestructible entrara en el camino
de la lúgubre muerte.
Durante
días la locura que era común en su mundo se estaba volviendo un estorbo, así
que optó por fingir que era una mujer cuerda, no le provocaba reír, se volvió
tosca y ofensiva eso fue lo que culminó su autoestima.
Un
día nuevo, la luz del sol entra por mi ventana provocando cantidades de sombras
principalmente la de los barrotes de mi ventana, sintiendo los pájaros que
habitan en la lejanía del bosque y visitan las calles del pueblo de vez en
cuando, sin pensarlo un triste hola apuñala mis oídos, dando formas extrañas a
mis pensamientos.
Ese
maldito sueño ha aparecido de nuevo, desde aquella ocasión que vi sus ojos por
última vez me ha atormentado el hecho de que ya no está a mi lado, pero creo
que es hora de dejar volando ese recuerdo, rehacer mis pasos y seguir huyendo,
o no, no quiero huir, quiero continuar mi camino lleno de cosas locas y
fascinante ese sendero que he caminado durante años y que me ha enseñado que
aún puedo confiar y soñar despierto.
Por:
Fabián Casas y Tatiana Uribe
No hay comentarios:
Publicar un comentario