Ella lentamente fue
descendiendo al averno que él le ofrecía, lo que ignoraba es que él le prometía
lo mismo a todas sus víctimas; ingenuamente sonreía mientras su vida se partía.
- Vámonos, disfrutemos,
matémonos a besos. Le susurraba al oído.
- ¡No más, no me tortures!
- No es una tortura es una noble invitación.
- Sabes que eso no es noble,
es una idea descabellada, no resultará bien…
Precisamente, no resulto
bien, ni resultaría nunca, algo que no empezó ya terminó, esas palabras dulces
desaparecieron, los señalamientos y acusaciones se tornaron cada vez más
agresivos… el final que se pospuso por fin se dio.
- Adiós, dijo ella.
- Hasta nunca…
- ¡No! No digas más, sé muy
bien quién eres aunque lo ignores: manipulador, mezquino, carismático y poco
sumiso; egocéntrico, terco… terminemos esto como debió terminar hace mucho, nos
vemos en un cuarto por última vez, ya sabes qué haremos… mientras tanto sigue
disfrutando de tus aventuras yo reharé mi vida, intentado suprimir tu recuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario