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Frases (39)

domingo, 23 de marzo de 2014

Caída libre

Recostada en la cama, en la habitación de un hotel cualquiera se encuentra ella.  Anonada tras la noticia que le dieron, sintió como si le hubiesen oprimido la tráquea, no emitió sonido alguno, pávida y temerosa cerró los ojos, respiró hondo, notaba como se aceleraba el ritmo cardiaco, no le prestó mucha atención, trataba de parecer serena; de hecho él lo creyó. Su rostro no reflejaba más que una torpe sonrisa de derrota disfrazada con algo de calma.

¡Ay! Ella como admiraba su propia coraza, capaz de confundir a  aquel que no la supiera leer, enloquecer y desorbitar a quienes esperaban reacciones premeditadas. Su barrera apartaba selectamente a los sujetos que la rodeaban, sabía qué ficha mover para que su plan de elocuencia y serenidad siguiera en pie, unas veces trastabillaba por aquel nudo que se aferra a la garganta, ese que no permite hablar y tampoco llorar, ese mismo que… después de unas horas aún le estorba.

-¡Calma!- Se decía a sí misma,  -cuida la armadura, que nadie vea que se puede oxidar por las lágrimas que en las noches derramas viendo las estrellas- mentalmente recitaba esta frase hasta que su cuerpo comunicara nuevamente tranquilidad o hasta llegar a disimular miradas y ademanes que hubieran podido disipar la falsa paz que debía emanar.


-La besé- escuchó, sus dudas se habían aclarado, esas mismas que ayudaron a que la noticia no fuera tan drástica, ésas en las que noches y días anteriores habían rondado por su cabeza, ésas que habían armado un colchón de ilusiones muertas y que habían amortiguado la caída libre de una tonta enamorada de la nada.

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