Sentada en la absoluta oscuridad y casi jurando que el
silencio era total… pensaba mirando a la Luna si todo lo que había hecho se
podría haber desvanecido en sus propias manos; meditó unos segundos y asintió
con vigorosidad. ¡Sí, lo hice yo y qué! Nunca estuvo de acuerdo, en el fondo,
con lo que estaba haciendo; pero se refugiaba en el lema de ‘dejar que todo
fluya’, no se preguntó si la fluidez de la corriente era la indicada y mucho
menos si lo que hacía estaba fundamentado en los principios y valores que en el
hogar le habían enseñado.
Con el tiempo, el peso de su actuar se hacía cada vez
menos llevadero, fantasmas del pasado la molestaban, la enfurecían pero a la
final ella les agradecía, porque poco a poco se fue quitando de sus ojos la absurdamente
gruesa venda que había puesto sobre
ellos… Y es que ¿de qué sirven unos buenos ojos a un cerebro ciego?
El corazón tiende a ser inteligente y sabe elegir, a
veces, pero esta vez erró… vilmente. Pasó mucho tiempo para darse cuenta de
ello, pero el mismo maestro Chronos le dio señales precisas, concretas y si las
pasaba por alto era netamente estupidez…
En los sueños escuchaba frases como: No continúes allí,
es una presión tonta la que cargas, no mereces eso, tu universo lo tienes en
tus manos no delegues ese tipo de responsabilidades a manos festivas y poco serias…
Luego, todo tuvo sentido… Quizás hay amores que son
verdaderos pero no están destinados a estar juntos, quizá brindó más, mucho más,
y espero de la misma forma… ¡Equivocación! Hay que pensar con cabeza fría, ser
un apoyo pero no dejar que te utilicen como bastón reciclable.
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