De niña tenía la concepción
materialista de lo que era la Navidad, o bueno diciembre como tal… estrenar
ropa, chicanear los nuevos juguetes con los niños de la cuadra y hacer
berrinche si no era lo que pedía. Tiempo después fui formando un concepto más
familiar por la ausencia de algunos pero hace un año descubrí realmente lo que
es la NAVIDAD.
Sonrisas desde el Ghetto se
convirtió en esa misión que quiero hacer todos los años, en repartir presentes,
arte y sonrisas a familias enteras, esas mismas que para muchos son entes o
seres imperceptibles.
Conocer el entorno, la
ciudad, los hogares y las personas ha resultado una labor gratificante, no sólo
por el hecho de dar regalos sino porque de una u otra forma transformamos el
entorno de manera positiva, recibimos las sonrisas más sinceras de almas
inocentes que no esperaban tener entre sus brazos un regalo en una fecha como
esta.
Los días de recolección, más
almas que se suman a esta causa y los ánimos constantes del autor principal de
esta idea, Christian Molina, hacen que insistamos en seguir haciendo una maestría
en envolver regalos y brindar sonrisas que llenan el corazón.
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