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Frases (39)

martes, 14 de abril de 2015

¡Era su momento!

La mujer que llevaba más de 10 años realizando mecánicamente las mismas tareas, intentó descansar del peso que llevaba consigo, días, semanas y meses parecían similares… Estaba tan acostumbrada a levantarse a la misma hora, medir el tiempo de baño, de cepillado y de salida que un día de descanso se tornó insoportable.

A las cinco de la mañana tenía los ojos abiertos de par en par, la cama se volvió un campo de batalla, las cobijas se convirtieron en placas de hormigón, la almohada simulaba un ladrillo liso de 10 y su cuerpo hormigueaba… Sin pensarlo más se levantó, fue a la cocina, se tomó una aromática, sacó dos galletas, las remojó y las empezó a comer lentamente; el tiempo no corría, volvió a ver el reloj, 5:45 a.m.

Se asomó por la ventana, vio a su vecino alistarse para trotar, a la señora de pelo cobrizo encender la luz para comenzar a tejer, el joven del frente sacó a su perro a pasear y ella… pensaba en su trabajo, en las tareas que se acumularían, en las horas que estaba “perdiendo de vida”. ¿Pero en qué se había convertido su vida? En horas y horas tras un computador, viendo quejas, reclamos, felicitaciones, imprimiendo, barriendo, saludando, seleccionando, acolitando, ocultando, ¿Viviendo?

Se sentó en la sala, tomó una revista, leyó los artículos que ésta contenía y se dio cuenta que los textos correspondían a cinco años atrás; hace tanto no actualizaba su biblioteca, hace tanto no se daba un tiempo para ella que se sorprendió, se auto regañó, se sintió mal consigo misma… ¿Qué había pasado con su vida? Se había centrado tanto en su trabajo y en su rutina que había descuidado su aspecto, su intelecto, su vida social y por ende su vida amorosa…
 

Se recostó, se autoevaluó, pensó en darle un vuelco de 180 grados a su vida, era momento  de hacer lo que ella quería, disfrutar sus años de ahorro, comprar lo que siempre quiso pero que por el tiempo tan reducido nunca lo hizo, era el momento crucial de dar prioridades, de asumir retos, de compensar años de rutina, de ser libre y dibujar sin esfuerzo una sonrisa genuina en su rostro, devolver aquel brillo de los ojos que comunica y habla, aquellas manos que acarician y no lijan… ¡Era su momento de ser feliz!

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