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domingo, 6 de mayo de 2012

Expresión y libertad


Sentado en una esquina de la Sala Alterna “Sara Eva Cifuentes” del Teatro Popular de Medellín, con trozos de papel, hilo crudo, cordones, varillas y una pistola de silicona, Walter Zuluaga terminaba de pegar las últimas hojas en los vestuarios que se usarían en la comparsa inaugural de la Séptima Fiesta de Artes Escénicas ese mismo sábado en la tarde.

La Sala Principal estaba reservada para las obras que se estaban presentando; Rin Rín Renacuajo, y otras que se iban a estrenar como El Encandilado.

Desde temprano Walter estaba en el TPM, y aunque no iba a participar en la Comparsa, fue a ayudar con los últimos vestuarios que faltaban a menos de tres horas del desfile; el de arlequín y el de Sancho Panza. Como si fuera poco también debía estar pendiente de la cafetería, porque Santiago el hermano de otro actor de planta y que siempre lo reemplazaba cuando él estaba en presentaciones, no había llegado al teatro.

Cortar, pegar, unir, coser y medir eran una de las cosas que Walter hacía con rapidez. Corría hasta la cafetería cuando escuchaba que alguien se antojaba o pedía un tinto, un cigarrillo, unos deditos de queso o una copelia (una especie de cocada). Y volvía a su tarea principal, terminar los trajes antes de las tres de la tarde.

El espacio cada vez parecía más pequeño, tantas cosas en el suelo, el desorden, el afán y la ansiedad se tomaba el Teatro Popular de Medellín, ese que lleva 32 años en funcionamiento,  y que se caracterizó porque basaban sus obras en cuentos infantiles y comedias cortas; ese teatro que hoy en día se destaca por sus puestas en escena, vestuarios, actores, actrices y locación.

Mientras tanto en la Sala Negra (su nombre tan particular se debe a que una pared y media del salón está pintada de ese color), se encuentra Astrid Osorio, actriz de planta, maquilladora, profesora de teatro, productora…”a mí me gozan porque soy la todera. Vestuario, maquillaje, dirección, montajes, utilería y en todo estoy yo”.

Una mujer de 30 años apasionada por el teatro, que le ha dedicado 12 años a él y que participó en la Comparsa desde la parte plástica, colaborando con algunos vestuarios, tomando fotografías, y haciendo el  acompañamiento a otro grupo que ella dirige.

Ella, al igual que Juanita Castaño y Juan Felipe Jaramillo eran los encargados de maquillar a los personajes que iban a participar en la Comparsa. El tema decisivo fue “Cuentos infantiles”, Caperucita Roja, el Lobo Feroz, la Bella durmiente, la bruja, el Soldadito de Plomo, el hada madrina, Rapunzel, Don Quijote de la Mancha, Sacho Panza y otras 21 personas más eran las que tendrían maquillaje ese día, sin embargo, resultaron siendo 50 en total con detalles y lentejuelas para darle un toque fantástico.

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