Llámame loca, desquiciada y hasta demente pero nunca me
digas ordinaria.
Háblame de sonrisas, de penas, de llantos, de caídas y
destrezas.
Sóplame los labios, como los besos que intrépidamente da el
viento sin querer.
Tócame suave y tiernamente la cara.
Acaríciame como lo hace el sol por las mañanas.
Bésame estrepitosamente pero con sigilo.
Escríbeme sin palabras.
Escúchame y dialógame sin modular.
Olvídame como un mal recuerdo.
Siénteme como una flecha que te traspasa pero no te lastima.
Quiéreme como a mil mortales lo has hecho.
Pero ódiame como solo conmigo lo harías.
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