Entre
gemidos y placeres susurrantes, el viento en la ventana revolcaba la ropa como
10 minutos antes lo hacían esas personas. Bebían vino y champaña burbujeante,
pasando por unas cuantas cajetillas de cigarrillos y uno que otro cigarro
salvaje.
Sus cuerpos
estaban calientes como el de cualquier ser humano, pero ellos se quemaban con
las miradas y las caricias acrecentaban el incendio venidero. Entre sonrisas y
carcajadas efectos de lo que habían consumido, sus cuerpos se exploraban con el
tacto de un ciego que lee en braille.
Inquietos
y juguetones empezaron el forcejeo, uno que otro rasguño hacía más interesante
el juego, la pasión se desbordaba de la cama y hasta traspasaba el suelo, los
gritos de euforia y excitación podrían haber asustado a cualquier mortal que no
hubiera probado tal placer. Fuertes corrientes en el cuerpo anunciaban el final
del acto, pero ahí no paraba todo, el fuego seguía intacto, de hecho aumentaba.
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