En
Colombia el trato al medio ambiente, no se tiene como cultura, de hecho, solo
sale a colación en algunas empresas que buscan Responsabilidad Social
Empresarial, una que otra promesa electoral y cuando ven lo que está ocurriendo
con los ríos, la fauna y flora del país.
El
consuelo es que no todos pensamos así, unos sólo hablan del cuidado al agua, a
los animales y otros a las plantas. Esto es lo que se percibe hoy en la ciudad.
En
el paisaje del barrio Carlos E. Restrepo, ahora, a parte de una compostera,
parques infantiles, lugares de esparcimiento y edificios, se ve algo nuevo…
algo innovador dentro de toda la ciudad
que se convirtió en un punto de encuentro…El primer vivero en espacio
público.
Después de protestas, reclamos, cartas y asambleas el barrio tuvo su vivero, los niños intrigados en la nueva infraestructura que se encuentra entre el bloque 12 y el bloque 14, más específicamente en El Parque de las Areneras, (que por la noche toma el nombre del Parque de la Botella) curioseaban por los balcones y mientras jugaban en los columpios, finalmente se dieron cuenta de qué se trataba.
Simón,
es un niño que vive en el bloque 15, su familia se había resistido a la
realización de vivero por las experiencias que se tuvieron cuando empezaron a
crear la compostera, debido al mal olor que ésta emanaba por los gases que
salían de ella, sin embargo, la inocencia del niño lo llevó a pedirle a su
abuelo una planta, el abuelo asombrado le preguntó con qué fin y el niño con
una sonrisa le dijo “quiero que me des una planta para ponerla en el vivero de
mi parque”, atónito el hombre, decidió darle una.
Entre
tanto algunos habitantes del sector seguían con su impedimento, es claro que el
olor que sale de un compostera puede ser desagradable, pero nadie dice nada
cuando el esmog invade la ciudad, o peor aun cuando se rebelan al tener un día
sin carro.

Luego
de que se realizó esto, pocos de los funcionarios que inauguran un proyecto
vuelven a saber de él, pero este caso es diferente. Santiago a pesar que hoy en
día tiene otro cargo (Asesor de Eco Huertas de Medellín), se sigue preocupando
por cómo va el vivero, qué se necesita y quiénes están vinculados seriamente a
el vivero.
La
inversión de proyectos como estos tiende a ser relativamente baja a comparación
de la que deberían hacer en cultura, educación y los diferentes clúster de la
ciudad. Un total de seis millones de pesos fue lo que se invirtió para la
realización de este plan, con ese dinero se hizo el invernadero, se trajeron
las plantas, los abonos, la tierra, entre otras cosas. Finalmente se hizo la
entrega de 150 plantas, 75 ornamentales y 75 aromáticas.
Una
de las cosas por las que temen algunos funcionarios del país en invertir en una
obra y es que el descuido de los ciudadanos llegue a tal punto de la desolación
de la misma y el daño por parte de desadaptados. ¿Cuánto dinero no se ha
perdido en construcciones sin sentido ni siquiera estético? ¿Cuántas obras no
se ha dañado al poco tiempo de inauguradas, porque no era lo que se pedía para
la comunidad sino lo que los funcionarios creían “más pertinente”?
Sin
embargo, el vivero tiene muchas personas que se preocupan por él, pero Nubia
Moreno, Raúl Vásquez y Doris Ríos son quienes han trabajado por el buen
mantenimiento del mismo, además, están poniendo en marcha otro proyecto para
que el vivero no sólo se quede como algo más dentro del paisaje sino que se
valore y se respete.
Se
trata de “Mi bitácora ambiental” un plan que nació para trabajar con los niños,
con el fin de convertirlos en futuros líderes. La idea es sensibilizarlos
utilizando el arte.
Canciones
y manualidades serán las protagonistas de este proyecto, que por primera vez se
realizará en la comuna, es una especie de formación de escuela de líderes,
enfocada en el cuidado del medio ambiente. Aprovechando el vivero se enseñará
cómo cuidar una planta, qué se necesita para la preservación de ésta y cómo se
puede ayudar para no contaminar más el entorno.
El
vivero tiene varias actividades a parte de vender. Está el servicio de
“Guardería de plantas”, si alguien quiere irse de paseo y se preocupa por el
futuro de sus matas puede dejarlas en el vivero y allí se encargarán de
cuidarlas.
También
funciona el “Proceso de adopción”, con el fin de que el vivero crezca, los
interesados pueden llevar plantas y crear una especie de viveros satélites; si
los que adoptan tienen una finca o un balcón pueden sembrarlas y los resultados
se llevarían a más lugares, así el vivero del barrio se convertiría en un
vivero madre.
Estos
proyectos se inclinan por la educación al cuidado ambiental, al ser Carlos E.
Restrepo una unidad abierta, el lugar se convierte en espacio público y hace que
las personas que habitan en él y buscan en él un lugar de esparcimiento
protejan el medio ambiente y respeten las Eco Huertas.
Puede
que suenen a ideas extrañas y se tilden de locuras mediáticas, pero el respeto
que le están tomando a los jardines en ese barrio, me sorprendió gratamente.
Están pendientes de las plantas, los helechos, los árboles y las Eco Huertas;
los vecinos gritan y llaman al celador si alguien está arrancando hojas, o
quitando los frutos de las huertas, se creó un sentido de pertenencia que
debería crecer en toda la ciudad.
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