Sonidos infernales en
las paredes oscuras de un cuarto claro; las palabras del silencio retumban en
los ojos de aquel mudo.
Montañas áridas y
desiertos enlodados por sangre de los cactus que un día renacerían,
tiempos de cólera de
un animal mundano que hasta hoy hace daño sin buscar nada a cambio,.
Lágrimas del viento,
poesía de un sueño, lamentos del mar y
colinas con desaliento.
Un sueño nada más era
lo que se pedía, uno que alejara lo
negativo de su vida y lo único que hizo
qué fue…
Apartar de su vida
esas sombras benéficas, esa luz que guiaba su
camino de piedras; Ese sendero lleno de
vías alternas, de pasos a la derecha
o izquierda de tormentas
eléctricas que asomaban su luz y le permitían soñar
despierta.
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