Sentémonos a conversar un
poco. Por qué no quieres. No te preocupes, está bien… simplemente quería
convencerte de tomar otra decisión. Sí, sí ya vi que estás seguro…
Cumplidamente pensaba en ti,
desde que caía el atardecer y la noche con su oscuridad invadía mi ciudad, esa
ciudad de espejismos donde ambos éramos los protagonistas.
Ahora prendo un cigarrillo y
la ceniza se esfuma igual que nuestro amor y el humo... se lo lleva el viento.
Maldito retrato eterno, malditos besos implantados, maldigo pero en el fondo
las bendigo, y sí soy hipócrita conmigo misma. Y aprendí a quererme así, loca,
tonta, empedernida, tosca, aburrida y fastidiosa.
Cambio de pensamiento, me
contradigo y me reafirmo, me apasiona el sufrimiento, la guerra, el desamor. Me
río de todo y de nada, la música se cala más que el frío, puedo pasar un día
sin comida, pero sin la melodía sería terrorífico, me invento la música, las
letras, mi paupérrimo inglés me fluye y digo babosadas y canto cosas sin
sentido y mi voz no es bella pero peor es la voz del silencio.
Seguramente estoy hablando
mierda y ¿sabes qué? No me importa. Ya dejaste de importarme, te llamo o me
llamas y bostezo, ya no es igual, tus palabras no me pesan, tus besos poco a
poco se han borrado pero tus caricias… tus caricias siguen intactas, mil manos
podrían tocarme pero ninguna se compararía con las tuyas y por qué… porque a ti
te amaba y tu me amabas y para qué… para que quedara en eso, en un pasado
infame que me produce escozor, repudio…
Así volvió a formarse mi coraza, puede
que me entregue por pura y física pasión, y sí claro que tengo ganas de
enamorarme otra vez, pero se convirtió en algo complicado desde que el sexo se
hizo fácil.
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